Radar de lluvia

domingo, 28 de febrero de 2010



Un dia de Septiembre convertido en Semana santa .
Ayer Sabado las 12.30 daba comienzo el Acto de Presentación del Cartel, Programa de mano y Guía oficiales que edita la Asociación de Cofradías de Ciudad Real. El cartel está protagonizado por el Señor de las Penas tras su restauración por el escultor madrileño Logigan Tudor Costil, la foto es obra de Juan Carlos Vela.

jueves, 25 de febrero de 2010


El Sabado Santo, dia 3 de Abril, se celebrará en San Fernando (Cádiz), una Procesión Magna, en la cual participarán todas las Hermandades.

Cortejo


El cortejo previsto para la Procesión Magna, en el que se integrarán veintiún pasos, es el siguiente:
Banda de cornetas y tambores
Cruz de Guía, cortejo y paso de la Hermandad de Cristo Rey
Cortejo y paso del Señor de la Oración en el Huerto
Cortejo y paso de Jesús del Prendimiento
Cortejo y paso del Señor de la Columna
Cortejo y paso de Jesús del Ecce-Homo
Cortejo y paso de Jesús Cautivo y Rescatado
Cortejo y paso de Jesús del Gran Poder
Cortejo y paso de Jesús de los Afligidos y Mª Stma. de la Amargura
Cortejo y paso de Jesús Nazareno
Cortejo y paso de Jesús de las Tres Caídas
Cortejo y paso de Jesús de la Misericordia
Cortejo y paso del Cristo de Humildad y Paciencia
Cortejo y paso del Cristo del Perdón
Cortejo y paso del Cristo de la Expiración
Cortejo y paso del Cristo de la Sangre
Cortejo y paso del Cristo de la Vera-Cruz y Ntra. Sra. del Mayor Dolor
Cortejo y paso del Cristo de la Salvación y Ntra. Sra. de la Caridad
Cortejo y paso del Cristo de la Redención
Cortejo y paso de Nuestra Señora de la Soledad
Cortejo y paso del Cristo Yacente
Cortejo y paso de Nuestra Señora de los Dolores (Servitas)
Banda Municipal
Este es el cartel que en la red “flickr” han editado para anunciar la Semana Santa 2010 en España.

Representa el bonito paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Pasión en su tercera caída, procesionando por las calles de Almería.

martes, 23 de febrero de 2010

El Cartel de la Semana Santa de Jaén 2010 es una obra pictórica de Bartolomé Castro Duro, la presentación se llevó a cabo por parte del Ex-Presidente de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la Ciudad de Jaén, Inocente Cuesta Lendínez.


domingo, 21 de febrero de 2010

Ojala Señor yo pudieda rescatarte de ese dolor, desatarte las manos en vez de ser un traidor, llevarte a la gloria, a esa gloria en vez de despreciarte ...
Si alguien te alza la mano o te llega a ofender Señor Rescatado, te juro Dios Soberano que ese no pudo nacer bajo el cielo Trinitario...

sábado, 20 de febrero de 2010




Ya esta en la calle el boletin informativo de Cuaresma 2010 de la Penitencial Hermandad y Cofradia de Nazarenos de Nuestro Señor Jesus de las Penas.

jueves, 18 de febrero de 2010

Este Descendimiento de Cristo de la cruz es una magnífica obra de Rogier Van der Weyden, quien lo planeó como pintura que traduce los esquemas de los retablos escultóricos alemanes y flamencos de esa época. Éstos plantean habitualmente una caja espacial estrecha, en la cual se colocan a manera de friso los personajes esculpidos, frontales y ajustados al escaso fondo que se les concede. Este planteamiento es el mismo que observamos en el Descendimiento de Van der Weyden: todas las figuras se distribuyen en un primer plano, yuxtapuestas pero procurando que ninguna oculte a las demás. La evocación del estilo escultórico consigue volumen y modelado en los cuerpos, que se aprecia de manera sobresaliente en el cuello de la mujer que se encuentra en el extremo derecho de la composición. Las figuras, diez en total, son Cristo muerto, María, San Juan y los santos varones y mujeres, incluida la Magdalena. Todos ellos llevan hermosos ropajes, cuyas texturas permiten diferenciar terciopelos, sedas, damasquinados, etc. Es también una característica propia del arte flamenco ésta de resaltar la calidad de las materias que aparecen. Es un indicativo del poder del que encarga la pintura. Además, todo el fondo está recubierto por riquísimas láminas de pan de oro, y abundan los azules y los verdes, pigmentos que proceden de moler piedras semi-preciosas. El fondo dorado, además de una ostentación de riqueza, impide que la mirada del espectador profundice en otra cosa que no sea la escena, desarrollada por este marco en un espacio mágico e irreal, sin referencias humanas. La obra fue encargada para la capilla de los Ballesteros de Lovaina, lo cual se refleja en el marco: en los extremos superiores aparecen unas pequeñas ballestas que identifican a los donantes. Parece que en origen era la tabla central de un tríptico, completado por una Resurrección y unas imágenes de santos, pero se desconoce su paradero. Felipe II, gran admirador del arte flamenco, trató infructuosamente de comprarla; por ello, encargó a Michel Coxcie, pintor y copista real, que le hiciera una copia para colgar en El Escorial. Años más tarde, la tía del emperador, María de Hungría, consiguió adquirirlo para la colección real española, a la que llega en 1574, de modo que una segunda copia fue realizada para que permaneciera en la capilla de los Ballesteros. La primera de Coxcie es la que actualmente pende de los muros de El Escorial. La tabla original del Descendimiento se encuentra en el Museo del Prado desde 1939.


miércoles, 17 de febrero de 2010








Pregon de Cuaresma
Y por qué a mí para este menester? ¿Por qué yo, si yo soy un mal aprendiz de cofrade, si yo llevo más de treinta años repitiendo el mismo curso y no lo apruebo, porque es imposible aprobar, con su misma nota, lo que en mí no empezó a alfabetizarse en la sangre del asombro infantil?

No había por mi casa ni túnicas con veinte puestas ni pabilos ennegrecidos entre los restos llorosos de cirios penitentes.
No hay en mi casa esa memoria de espejos de ropero de alcoba que tienen ustedes, mirando al primer nazareno que les nació dentro. No se calienta el recuerdo en mis manos de niño con una bola de cera que iba redondeando un mundo de luces interiores que despertaron después en cualquier cuaresma.
No está por mi memoria infantil, por esa memoria que lo abarca todo sin parpadear, ni la mano de mi padre llevándome entre filas de nazarenos, ni el olor joven de mi madre llevándome a ver cómo pasa un palio por la bocacalle del barrio. No hay en mí, como lo hay en ustedes, esa memoria cofrade que cierra los ojos y ve cómo pasan cuarenta Cristos, cincuenta Vírgenes, en estos días en los que la luz remolonea entre azahares subida al caballete de la tarde.
Ustedes sólo se explican en ustedes. Y es bastante. Quien quiera convencernos de que la Semana Santa no tiene tantos perfiles como tiene el sentido del vivir del sevillano, se equivoca. Por eso yo no me escandalicé y sí se escandalizó el forastero que venía conmigo, aquel año que en la puerta del convento de Santa Inés vimos un letrero en la cuaresma.
¿Qué había escrito en el letrero? ¿Nos llamaban las monjas a un tiempo de oración y penitencia? ¿Nos convocaban a la reflexión y a la fraternidad multiplicada en esos días? No, eso sería explicable en otro sitio. Pero aquí se limitaron a escribir: “Ya tenemos pestiños”. Una de las hermosas maneras de decir que ya mismo era Semana Santa, una manera de pregonar la Semana Santa. Por eso el sevillano sólo se explica en Sevilla. Y eso basta.
Ustedes nacieron entre olor a incienso y cera; a mí el único incienso de la infancia me llega envuelto en misa mayor de domingo, humo de incienso que olía a latín y a sacristán que cantaba un gregoriano terciado de soleá que estaba más cerca de la taberna que del trasaltar; en mí, la cera más cercana es la de la vela en la palmatoria que recorría la casa en procesión de sombra cuando en invierno se iba la luz por la tormenta, aquella llama de aquella vela que le daba a todo un temblor donde el miedo infantil copiaba las deformadas figuras de la pesadilla. ¿Por qué a mí?
Para mí, la Semana Santa es una mañana de palmas y ramas de olivo, sin más borriquita que alguna que montara algún pegujalero camino de la viña o el olivar. Para mi infancia, la cuaresma, más que un meneo urbano de besamanos y triduos, plata limpia donde se mira el día y se repite, es una vigilia de viernes con sabor a guisantes con jibia, espinacas, garbanzos con bacalao, torrijas, tagarninas con huevo, habitas tiernas y, si acaso, unos calcetines nuevos.
Yo no puedo decirles nada nuevo a quienes son espejo de mi curiosidad y mi admiración.
Los de pueblo siempre hemos venido a Sevilla a aprender las maneras. Si veníamos, había que ponerse ropa de Sevilla; si hablábamos, soñábamos con hablar como los de Sevilla, y volvíamos al pueblo mínimamente sevillanizados.
Y en procesiones, ¿qué les va a decir quien sólo vio en su niñez Vírgenes de gloria y Santiago a caballo, y el único sabor “cofrade” que tenían aquellas procesiones eran las levantás de la cuadrilla del Moreno y la banda de Tejera o de Salteras tocando “Amargura” o “Pasan los campanilleros”, y para colmo, aquella música, en verano, nos sabía triste a los chiquillos que disfrutábamos más con las cornetas y los tambores.
Les habla quien de la Semana Santa la mayor seriedad la guarda del Viernes Santo, cuando al ir por la calle a la hora del almuerzo, jugando, gritando con los amigos o dándole patadas a una lata, la voz de una vecina beatona salía a la puerta y nos decía en grito bajito: “¡Niños… callarse y no hacé ruío, que sa muerto er Señó!”
Que el Señor también muere en los pueblos, con menos boato, con menos humos, con menos acompañamiento, pero muere. Los chiquillos, como nunca habíamos visto una urna de Santo Entierro, y del Señor sólo teníamos las imágenes de dos crucificados y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, un año, un chiquillo de una de las hermandades que tenían crucificado, le preguntó al cura: “Pero er Señó que sa muerto, ¿cuál es, er de nosotro, er de ello o Padre Jesú?”
Después el cura nos dijo que el Señor que había muerto no lo veíamos, que estaba en el cielo, y por eso los Viernes Santo que había tormenta nos metíamos en casa, temiéndole más a la muerte del Señor que a los rayos. Memoria del miedo, sólo del miedo en Semana Santa, porque a aquellos oficios que para nosotros eran un largo funeral sin muerto visible, se sumaba que no teníamos imagen del Resucitado.
¿Por qué a mí? Si yo soy uno que vino a mirar y se quedó admirado, que vino a aprender y sigue aprendiendo, que vino a preguntar y sigue preguntando, que vino a entender y no acaba de entenderlo, porque me falta haber tenido una niñez como la de ustedes, porque cuando vine a ver un palio ustedes ya llevaban bajo palio toda la vida; porque cuando quise aprender algunos nombres ya ustedes llevaban toda la vida pronunciándolos todos.
Soy un extranjero que vino aquí sin saber decir ni una sola palabra del idioma de la Semana Santa, y por más que ustedes se hayan empeñado, a este extranjero le queda un rescoldo de su acento y sabe que se morirá sin poder pronunciar correctamente ese idioma tan rico que ustedes hablan cuando de Semana Santa se trata.
¿Por qué a mí, entonces, el encargo de este pregón? Y si todavía fuera un pregón de algo concreto, el azahar, el cántaro, el maniguetero, el contraguía, la saeta, los palios… es el Pregón del Cofrade, y eso es muy fuerte. Entre otras cosas, porque para cada cofrade hay un gusto y para cada gusto, cien cofrades.
Porque convendrán conmigo en que ustedes, muy sabios, sí, pero también muy especiales, muy, muy especiales. A ver, ¿quién sabe decirme cómo tiene que ser el Pregón Cofrade para contentar todos los gustos de los cofrades? Se me antoja imposible. Hay cofrades que se inclinan por el pregón tipo histórico, y se vuelven locos cuando el de la tribuna sale y dice, por ejemplo:
“…Fue en ese año, 1576, cuando se aprobaron las reglas de la hermandad. Por aquellos años, las cofradías sevillanas no tenían tanto respaldo popular como hoy, aunque sí debemos destacar que el comportamiento de los integrantes de una cofradía era tan austero que no se permitían ni hablar, ni beber, ni, por supuesto, levantarse el antifaz.
Y el cofrade histórico, loco. Y el de la palabra, que se viene arriba: “Hablamos de unos tiempos en los que la ciudad se enfrentaba a los problemas de una epidemia que azotó, sobre todo, a los barrios más pobres. Fue cuando empezó a germinar ese espíritu infantil de los niños integrados en las cofradías. Ese año de 1576, mi hermandad estrenó unos ciriales de plata que hoy, cuasi cinco siglos más tarde, aún podemos admirar en nuestro museo. La España del dieciséis tenía en Sevilla, en su Semana Santa, el reducto de fe más importante.
Una ciudad de comercio creciente que aprovechaba los buenos tiempos del Descubrimiento…” Y el cofrade histórico, loco. Y el de la palabra, sin hablar de la luz del Domingo de Ramos.
Cuando acaba de hablar y el cofrade histórico pregunta con ganas de que le digan que ha sido el mejor pregón, se encuentra con los comentarios de otros cofrades de otras corrientes pregoneras: “Sí…, bien… Pero mú pesao. Muchas fechas, mucho siglo dieciséis pero no ha dicho nada de lo actual. Además, a mí me va a ronear con el siglo XVI, si yo soy del Silencio, que es del XIV?”. ¿Cómo acertamos con ustedes? Después tenemos el cofrade que se muere por el pregón tipo “contenido”. Sale el pregonero, y, por ejemplo, suelta:
“…Los momentos que vive la Iglesia animan a los cofrades a seguir, con más fuerza que nunca, el camino de la fe y del compromiso cristiano como única vía de salvación.
No podemos permanecer con los brazos cruzados, no podemos hacer de la Semana Santa un territorio para la fiesta, y hemos de llevar, indemne y a punto de revista, nuestra condición de cristianos, y con ella, ir por los días, no sólo de la Pasión, sino de la cuaresma y aun del resto del año, dando ejemplo en cada lugar en que nos encontremos”.
Y el cofrade que se desvive por el pregón tipo “contenido”, loco. Y sigue el orador: “¡El cofrade, si se viste de nazareno, lo hace como si se vistiera de sacerdote, y si acompaña a su Virgen o a su Cristo, lo hace como si verdaderamente estuviera acompañando a Jesús y a María por las calles de la verdadera Pasión!
¡Ser cofrade no es posible si no nos anima un sentimiento de fe y de esperanza en Cristo, si diariamente no hacemos de nuestra vida un camino de perfección..!” Y el cofrade tipo “contenido”, loco.
Y cuando acaba el orador, la pregunta frotándose las manos, y el comentario de otros cofrades: “Hombre…, sí, con mucho contenido, pero ni un verso, ni un piropo, ni una alegría, ni ha contado nada de cómo empezó en la Semana Santa… Díganme, ¿cómo se acierta con el gusto del cofrade sevillano, si pregone quien pregone siempre va a tener una crítica al lado de cien alabanzas?
Feliz Cuaresma.
Se trata de una pintura realizada por Javier Aguilar Cejas en la que se puede ver a la Virgen del Rosario Coronada en primer plano sobre el Cristo de los Faroles y en cuyo fondo se aprecia la típica estampa del Pueste Romano y la Mezquita-Catedral a un lado y el arcángel San Rafael al otro