Radar de lluvia

jueves, 23 de diciembre de 2010

No se que regalarle

Al llegar la medianoche,
y romper en llanto el Niño,
los animalitos despertaron
y el establo se hizo vivo.
Y se fueron pronto acercando
pastores, zagalas y angelitos
con regalos y bellos cantos
que hacían ilusión al Niño.
Yo me quedé en el establo
boquiabierto y entristecido
por no saber que ofrecer
al Dios niño recién nacido.
No tengo oro ni incienso,
ni queso, lana o zafiros
¿Le aburrirán mis juguetes
técnicos, caros y fríos?
¡Ya sé qué le regalaré
al Dios-Niño chiquito!
Le ofreceré mi corazón
y lo que de verdad necesito.
Le pediré por mis padres,
para que me dediquen su tiempo
y me enseñen a quererte
con fe y con sentimiento.
Le pediré por mi familia:
abuelos, tíos y hermanos,
para que estemos unidos
con el corazón y las manos.
Y también le pediré
por los niños necesitados;
por todos los que no tienen
familia, comida o cuidados.
Cuando escribí mi petición
entraron tres reyes altísimos
que venían solemnes a adorar
al mayor rey de los nacidos.
El más moreno me miró
y me cogió de la mano,
creo que leyó en mi corazón
cuál iba a ser mi regalo.
Y con ellos me acerqué
de puntillas en mis pasos.
La Virgen me sonrió
y José me cogió en brazos.
Y el niño Dios se durmió
mientras yo sentí algo certero…
¡Dios niño me regaló un corazón
para amar al mundo entero!

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